Los monstruos habitan en la FeNaL
- Luis Alberto Moreno Reynoso
- 26 abr 2017
- 2 Min. de lectura
Los monstruos habitan entre nosotros. Es un hecho irrefutable, pero no hay que confundirse, de las bestias que hablo no son aquellas como las que se ven en las películas de horror o ciencia ficción, de los seres que hablo son muy humanos, terriblemente humanos, es en su interior, en sus almas una negrura que los hace distintos, que hace de ellos unos seres destructivos que se regodean del terror que causan y es ahí donde radica su monstruosidad. Son como esos fantasmas de la novela The Shining de Stephen King (1977) que cobran vida y poder a través del mal que ocasionan.

Suelen ser unos monstruos muy funcionales; respetables, simpáticos, activos de su comunidad, basta recordar a John Wayne Gacy, que escondía en las paredes, el piso y el jardín de su casa los cadáveres de sus jóvenes víctimas, mientras él se presentaba así mismo como un hombre íntegro, participativo, incluso divertido. Está clase de monstruos nos rondan con frecuencia, aterradoramente invisible. Cuando son descubiertos nos sentimos tan impresionados por no haberlos desenmascarado antes. Esperamos que la maldad tenga una estampa inconfundible, ondeando una bandera frente de sí anunciando sus intenciones, no hay mayor ingenuidad.
Liliana Blum presenta en su novela más reciente; El monstruo pentápodo (Tusquets, 2017) , a uno de estos seres abominables; un violador de niños. Si en Pandora (Tusquets, 2015) su anterior novela, ya habíamos asistido a la degradación de dos seres en la búsqueda de la quimera del amor y contemplamos su perdición, ahora tenemos una visión aún más terrible que la anterior: Raymundo Betancourt, un respetable y un, aparentemente, anodino hombre que esconde debajo de una máscara de respetabilidad y cotidianidad un apetito abominable, prohibido, que se ve ayudado por Aimeé, una mujer acomplejada por su físico, que terminará siendo un cómplice de las atrocidades de Raymundo por un puñado de amor. La escritura de Blum recuerda a las novelas y cuentos de Carol Joyce Oates (Ave del paraíso, Mamá, Infiel) donde debajo de la capa de la cotidianidad, raspando un poco, podemos encontrar las verdades intenciones, la sangre ponzoñosa de anhelos prohibidos, de apetitos inacabables que solamente terminan por consumir la vida. Una novela terror tremendamente humana.
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