AMOR Y HORROR EN EL SÓTANO
- Atenea Cruz
- 4 jun 2017
- 1 Min. de lectura

Antonin Artaud dijo alguna vez que el arte debe conmover para mover. Si bien es cierto que Liliana Blum siempre ha dejado claro que sus pretensiones a la hora de escribir no son panfletarias o adoctrinantes, también es una verdad innegable que nadie transita por la narrativa de esta autora y sale incólume. Ya desde sus trabajos tempranos ha resultado notoria la predilección de esta autora por tocar temas que causen ámpula: desde la violencia (soterrada o explícita) hasta las parafilias sexuales, en este rubro se inscriben las dos últimas novelas de Blum.
Si ya en Pandora (Tusquets Editores 2015), la inquietante historia de una mujer con obesidad mórbida y su amante, un doctor aficionado al feederismo, Blum había sentado el precedente de la sexualidad como un pretexto para explorar el horror, en El monstruo pentápodo, su más reciente trabajo, Blum lleva al lector a una de las zonas más oscuras de la sexualidad humana: la pedofilia.
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